Rafael Orozco Inmortal


Por: Hernán Baquero Bracho
Según Wikipedia: “La inmortalidad o vida eterna supone la existencia indefinida o infinita que consigue superar la muerte. A lo largo de la historia, los seres humanos han tenido el deseo de vivir para siempre. La inmortalidad es considerada entre algunos filósofos como la respuesta a la angustia y al miedo que produce en el ser humano la conciencia de su mortalidad y contingencia. Esa ansia crearía y desarrollaría el concepto de inmortalidad; y constituiría además el núcleo de la antropología de la religión”.

Ahora bien retrotrayendo la historia de nuestro folclor y específicamente de nuestra música vallenata, varios de estos juglares o de artistas que han hecho historia durante su vida terrenal, al trascender de la vida a la muerte y por la estela musical que dejaron en este mundo se han convertido en seres inmortales para los amantes de nuestra música vernácula. Casos tenemos como el de Alejo Duran, Freddy Molina Daza, Armando Moscote, Hernando Marín Lacouture, Octavio Daza Daza, Leandro Díaz, Emiliano Zuleta Baquero, Pedro García, Rafael Escalona Martínez y dos que por todo lo que representaron, trascendieron y dejaron una huella indeleble que continúan latentes sus canciones, sus composiciones y su vida terrenal como si no se hubieran ido, que se han convertido en seres inmortales y es tanto así que la televisión nacional ha plasmado más su impronta en 2 novelas exitosas: Rafael Orozco Maestre y Diomedes Díaz Maestre.

El 11 de Junio  de ese año de ingrata recordación como fue el 1992, las balas asesinas del narcotráfico, que tanto daño ha hecho a Colombia y tantas muertes ha causado, acabaron con la vida del artista, el rey de los corazones, el cantante número uno de nuestra música nacional, como lo fue Rafael Orozco Maestre, quien con su organización musical el Binomio de Oro con su compadre del alma Israel Romero Ospino, cruzaron las fronteras patrias e internacionalizaron muestra música vallenata  y la vistieron de frac y se convirtieron en nuestros embajadores en el mundo entero y el día de su muerte, no solo mataron al artista, sino que asesinaron al folclor y las almas enamoradas quedaron heridas de muerte ante la fatal noticia. Ese día infame no solo murió Rafael Orozco, sino la alegría de un pueblo que como el vallenato ilusionaba y ponía a cantar a miles de corazones enamorados.

Han pasado 23 años del asesinato impío del gran artista becerrilero que estudiando en el Loperena, comenzó a soñar y le puso alas a esos sueños y aterrizó con su voz prodigiosa para bien de la música vallenata y su voz al no estar presente hoy, se ha convertido en inmortal de los amantes de nuestro folclor y a pesar de tantos años de no contar entre los vivos ya, su recuerdo a través de sus canciones permanece perenne en esta música que es alegría, que es llanto, que es tristeza, que es melancolía y es cuando afloran las nostalgias de esa suma de recuerdos que se van convirtiendo en quimeras de lo que fue la vida del artista, que no muere, que sus canciones se sienten y se oyen en el panorama nacional.

Rafael Orozco no ha muerto  porque su recuerdo permanece intacto tanto en su esposa Clara Elena, en sus hijas, en sus familiares y en sus miles de fanáticos que lo recuerdan como si el ayer fuera hoy y es cuando la canción grabada por el mismo,  del inmortal compositor Tomas Darío Gutiérrez: “voz de acordeones” estuviera retrocediendo en el tiempo pero con más tristeza y dolor: “dicen también que la vida era hermosa, como una rosa, como un  clavel; los acordeones brindaban sus notas, magias y sones; que tiempo aquel.

Pero una mano cobarde, manchó unos versos con sangre, quitó la vida a un poeta. Hoy desde un acordeón salen gritos que son inmortales, voces que a Octavio recuerdan: dicen también que en los tiempos aquellos, todo era bello, todo era amor; hoy ya naufragan los grandes anhelos; matan al pueblo, muere un cantor”. Siempre continuaremos recordando a Rafa con su voz inmortal que nunca pasará de moda y cada vez se siente en lontananza ese quejido de dolor, cuando cae vilmente asesinado por las balas que ensanchan la violencia de esta Colombia sufrida, compungida pero valiente ante las adversidades.

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